AÑOS DE POSGUERRA (CAPÍTULO I)
Estamos en Los Corrales,
corren los años cuarenta,
suena el “pito” de Quijano
y hasta el más “rojo” aparenta
que Franco es un hombre sano.
Va el obrero a trabajar
y los niños a la escuela
con sandalias de albardín,
bufanda que hizo la abuela
y pizarra y pizarrín.
Una mujer va hasta el río
con el balde y la banquilla
y el delantal remendado,
otra teje una toquilla
y otra revuelve un guisado.
Radio Nacional de España
adoctrina al vigilante
que es de guerra mutilado,
de la “derecha” triunfante…
bajo palio consagrado.
En la casa del alcalde,
(falangista de tronío),
forman “flechas” y “pelayos”,
que pararon en Gedío
para comerse unos callos.
Todos llevan brazo en alto,
camisa azul remangada
y paso recio y marcial,
de la Patria camaradas…
sin hacer ni el bien, ni el mal.
Es la Patria del “bisonte”…
“ideales” y “cuarterón”,
paraguas y zapatillas,
en los sábados natillas
y en Domingo Comunión.
Y la Iglesia del hisopo,
de la casulla y estola,
con sus fiestas de guardar
tiene en las parroquias cola
para ir a confesar.
Ora y pregona en latín
con beatitud y cinismo,
saltándose sacramentos,
componiendo catecismos
y bendiciendo estamentos.
Y está la Guardia Civil,
la de los tiempos pasados,
la del tricornio brillante,
que al más pequeño altercado
…
pues dos “ostias” y “pa-lante”.
¿Quién dijo que dice huelgas?
¿Quién ha dicho comunista?
¿Pero qué coño es eso?
Quien sabe… baja la vista,
que si no… acaba preso.
Mejor era hablar del tiempo,
de Zarra, Gainza o Gento,
o ir al cine María Luisa;
así que aplicar el cuento.
que no es traidor el que avisa.
Al Campo Forjas de Buelna
se podía ir a correr,
o nadar el que nadaba,
si no lo impedía el llover
o Riego que no dejaba.
O llegarte a la Rasilla
y jugar en la bolera
con bolos de los mejores,
si no pedían los mayores…
lo de partida por fuera.
Y hay más cosas que contar
del pueblo del alma mía,
pero el tema es tan largo,
que espero os hagáis cargo…
de que lo cuente otro día.
AÑOS de POSGUERRA (capítulo II )
En Los Corrales de Buelna,
año del cincuenta y tantos,
se vive precariamente,
y no se sabe ni cuántos…
son los que no comen caliente.
Aunque ya el racionamiento
y también el estraperlo
se van con la cara triste,
sólo de pasarlo o verlo…
tú lo sabes, si lo viste.
Ahora incluso hay galletas
a las que llaman María,
y hasta leche condensada,
patatas fritas o asadas
y pan blanco cada día.
Y Quijano con su “pito”
hace alambrón y enrejado
y la fiesta de San Juan.
Ahora las cosas bien van,
que lo peor ya ha pasado
La Escuela de la Salle
hace hombres de utilidad
para el día de mañana.
Los Corrales respira paz
siete días a la semana.
Hay callejas y camberas
con un fatal alumbrado
y baches en cada esquina.
¡Que Dios te libre vecina,
si no pones gran cuidado!
Tenemos Caja de Ahorros,
Ambulatorio y Correos,
un taxis y una botica,
me parece a mí… yo creo…
que esto bueno, algo indica.
Hoy estamos a primeros
y veinte, veinte ganamos,
treinta se van en comida,
el resto es lo que ahorramos…
¿Qué más pedirle a la vida?
Que lo decía el cancionero
sacado de algún refrán:
¡Ay “jornalín, jornalete”,
entre “comite” y “caguete”,
sólo me queda “pa” pan.
La gente tiene “parné”,
se gasta ropa que mola
y se come a “troche y moche”,
se bebe hasta Coca Cola
y “to quisqui” tiene coche.
Entre el sesenta y setenta
Los Corrales cambia cara
y van llegando adelantos,
el progreso quita taras
y en las tabernas hay cantos.
Lo que sí había que hacer
si querías tener avales
para no quedarte en blanco,
era amar a Los Corrales
y gritar… ¡¡Que viva Franco!!
Tinuco