lunes, 15 de febrero de 2016

ESPADAS Y ESCUDOS







Era por parte de madre
Conde de Montaña Plana,
era por parte de padre
el Marqués de La Solana.

Amo de vida y hacienda
de todas sus heredades,
aprendiz de componendas
y maestro de maldades.

Tiene trato con el moro,
con judíos y cristianos,
dispuesto a ofrecer sus manos
a quien las llene de oro.

Un castillo es su resguardo,
una esposa en titulares,
son dos los hijos legales
y una legión los bastardos.

Él no es bravo, solo rudo,
se esconde tras batallones,
tras la armadura y escudo
y hasta en los mismos blasones.

Al Rey presta caballeros,
si interesa la contienda,
así crece su hacienda
y así crecen sus fueros.

Él pone a la Historia coma,
o punto aparte, o seguido.
Él es quien da o quien toma
lo que ha de ser leído.

Con agua santa e incienso
el Clero lo bendecía,
y con tanta pleitesía
lo banal se vuelve inmenso.

Los cortesanos le exaltan
y le pintan los pintores,
los trovadores le cantan,
los siervos le dan clamores.

Hoy son los descendientes
de aquel español tan regio,
los que tienen privilegios
que les hacen eminentes.

Pues son los mismos coyotes
vestidos de otra badana,
quien se erigen cual prebostes
para hacer real su gana.

Es el poder que se afianza
a través de los períodos,
cambiando sólo de modos,
mas nunca de sus fianzas.

Escudo no necesitan,
ni precisan espadín,
el poder lo depositan
donde sea dable su fin.

En negocios “pintos-vario”,
en política de estados
haciendo desaguisados
con licencia de corsario.

Porque poder y dinero
en el tiempo se conserva,
y hace que esta caterva
sigan teniendo sus fueros.












Tinuco

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