martes, 16 de febrero de 2016

TAHÚR ..... TAHÚR












Jugando una partida
con las cartas de baraja,
cuatro sombras retadoras,
al filo de las navajas
en estancia desabrida,
dan su apuesta tentadora.

Los naipes turnan el hado
según la imprevisión,
dando risa o enfado
en un aire de tensión.

El claro de la lucerna
con sus manchas ambarinas
le cuesta romper opacos,
veladas quedan esquinas
de la tétrica taberna
que llaman la del Atraco.

El humo de los tabacos
en el aire corvetea,
un vaso de vino rojo
en la mesa se menea,
al caer siembra los cascos
donde nacen los enojos.

Por sus alias conocidos
en todo aquel derredor,
son Matarife y Torcido
y Maltrecho y Tentador,

Son gente de tal garito,
asiduos de estos tinglados
hasta que el alba los llama,
son seres abotargados
por su propio veredicto
donde la vida es trama.

No disfrutan cuando juegan,
el motivo es el lance
con que lograr el alcance
de poder que otros no puedan.

Un reloj marca las doce
y la noche contraseñas
al vapor de las bebidas.
La incorrección es dueña
cuando ultrajan las voces
hurañas y desabridas.

Todo apostó Tentador,
tres cuartas partes Torcido,
Matarife no ha querido…
y Maltrecho es ganador.

Las cartas tiene marcadas,
al igual que sus mejillas,
y queda al descubierto,
una voz bronca ya chilla
y se arma tarascada
donde la tragedia es cierto.

Una navaja con muesca
rauda como la centella
sale buscando penuria
y llega haciendo mella
al brotar la sangre fresca,
que así lava la injuria.

Sin pausa, pero sin prisa
se alejan tres figuras
por callejones estrechos
riendo su aventura,
disfrutando de la guisa
de cómo quedó Maltrecho.

En el suelo y con llantos
taponándose la llaga,
sólo y desamparado
se merece lo que paga
y obtiene el quebranto
que con trampas ha ganado.

Mañana o quizá pasado
cuando calme el olvido,
volverán a sus cuidados
con órdago por envido.















Tinuco

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